El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se conmemora anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas para su erradicación. La convocatoria fue iniciada por el movimiento feminista latinoamericano en el año 1981, en recuerdo de la fecha en que fueron asesinadas las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, en República Dominicana en 1960.
Como cada año, este día marca el comienzo de la Campaña Únete de la ONU, que se extiende hasta el 10 de diciembre. En 2023 la campaña tiene el objetivo de movilizar a todos los miembros de la sociedad para que se conviertan en activistas, que solidaricen con las defensoras de los derechos de las mujeres y apoyen a los movimientos feministas del planeta para evitar el retroceso de los derechos de las mujeres y conseguir un mundo libre de violencia de género.
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual, psicológica, económica, etc.
Lamentablemente, la violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo. Se calcula que, a nivel global, 736 millones de mujeres -casi una de cada tres- han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida.
Se trata de una lacra que se ha intensificado en diferentes entornos, incluidos el lugar de trabajo y los espacios en línea, y se ha visto agravada por los efectos post pandemia, los conflictos y el cambio climático.
La solución radica en gran parte en respuestas sólidas que inviertan en la prevención.
Las masonas, debemos abrazar esta cruzada y realizar acciones concretas para prevenir y erradicar todo tipo de violencia contra mujeres y niñas, en especial de aquellas que son más vulnerables como las adultas mayores, las niñas con capacidades especiales o aquellas pertenecientes a una etnia o pueblo originario. Ello implica apoyar a aquellas mujeres que intentan romper el círculo de la violencia, educar a las nuevas generaciones para que no se sigan replicando las malas prácticas que se normalizan producto del sistema patriarcal impuesto.
Hablamos hasta ahora de violencia de género, pero un asunto conexo o colateral que debiera llamarnos a la reflexión también es que la violencia materializada en agresiones y discriminaciones a veces viene de nuestras propias congéneres, como es el caso de la llamada violencia obstétrica, que en la gran mayoría de los casos tiene su origen en otra mujer. Este tipo de violencia también debe ser combatida de manera enérgica tanto por la autoridad política como por los movimientos feministas y por la comunidad en su conjunto.
Por último, queremos llamar vuestra atención sobre aquella violencia que indirectamente ejerce la autoridad sobre nosotras las mujeres, por ejemplo, conservando instituciones y normas que nos discriminan o simplemente manteniendo una actitud pasiva y observante frente a diferentes tipos de violencia que se ejercen contra las mujeres y niñas en lo doméstico y/o en el ámbito laboral, entre otros.
Por eso, este día y todos los días el llamado es a contener(nos) y a trabajar por erradicar cualquier tipo de agresión física, sexual, psicológica, económica o cultural contra nuestras pares, relevando la sororidad, pues solo así nuestra sociedad podrá alcanzar igualdad, desarrollo y paz, asegurando un pleno respeto de los derechos humanos de mujeres y niñas. Las invito a visitar el siguiente link https://www.unfpa.org/es/GBV-dashboard
Por Verónica del Campo, Corresponsal Logia Génesis N°5 de Santiago.
Imagen: ONU Mujeres
