Valores Masónicos: LA TOLERANCIA

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la Tolerancia es el mayor don de la mente; requiere el mismo esfuerzo del cerebro que se necesita para equilibrarse en una bicicleta»

Hellen keller

La Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución A/RES/51/95 de 1996, declaró el 16 de noviembre como el Día Internacional para la Tolerancia y pide a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que siga coordinando las medidas de apoyo a la promoción y la educación en materia de tolerancia.

Un año antes de la mencionada resolución, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), adoptaron la Declaración de Principios sobre la Tolerancia, la que afirma que la Tolerancia no es indulgencia o indiferencia, sino que es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos.

La mencionada Declaración describe la Tolerancia no solo como un deber moral, sino como un requerimiento político y legal para los individuos, los grupos y los estados. Sitúa a la Tolerancia en el marco del derecho internacional sobre derechos humanos, elaborados en los últimos cincuenta años y pide a los estados que legislen para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.

Como concepto, tolerancia se refiere a la capacidad de permitir y aceptar las ideas, preferencias, formas de pensamiento o comportamientos de las demás personas. Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tienen derecho a vivir en paz y a ser como son. También significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás. El concepto surgió en Francia a finales del siglo XVI durante las guerras de religión que enfrentaron a católicos y protestantes.

En masonería, la Tolerancia es un deber y al mismo tiempo una virtud moral que toda masona debe practicar, es la expresión más clara del respeto hacia los demás, es fundamental para la convivencia pacífica entre las personas, por lo tanto, debemos reconocer a todos como seres humanos con el derecho de ser aceptados en su individualidad y su diferencia. Frente a los conflictos que se puedan originar en la construcción universal o individual, esta virtud nos permite comprender que la forma de afrontarlos es desde la comprensión y la armonía, pues muchas veces la intolerancia es la que nos lleva a la violencia y  la falta de prudencia. 

Este deber masónico nos invita a convivir en equilibrio, que  a su vez desafía nuestra razón e inteligencia, pues en esta búsqueda de la verdad, cuando existan opiniones divergentes, podría ser una oportunidad para ampliar el conocimiento propio o iluminar aquellas visiones que pueden estar nubladas. Esto no significa asumir una actitud pasiva frente a las injusticias, significa que por medio de la Tolerancia se puede expresar con energía y respeto nuestras posturas.

Por Celma Hernández Reuter, Corresponsal Logia Pelomtuwe Nº34 de Castro.