Si hablamos de uno de los valores más difíciles de observar, tendríamos que mencionar a la Filantropía. Posiblemente este concepto no sea muy conocido, sin embargo, es tarea de cada uno de nosotros apropiarnos de este valor y aplicarlo en nuestro día a día. La Filantropía según su definición, es “una actividad basada en el amor humano, desinteresado hacia los demás. En palabras simples, es una ayuda desinteresada y sin ánimo de lucro hacia otros seres humanos”.
En la actualidad, observamos a una sociedad donde reina el egoísmo y nadie quiere ayudar al prójimo. Solamente importa el yo, yo primero, yo segundo y yo tercero. Por lo tanto, es complicado visualizar un amor hacia el prójimo. Por este motivo, hoy mucho se habla de la responsabilidad social y empresarial. Cómo podemos ver el amor hacia los otros pero, desde una mirada interna de las grandes empresas ¿Existe una real preocupación del factor humano? ¿La empresa solo ve a los trabajadores como simples números o realmente existe una empatía?
Estas son interrogantes que nos deberíamos plantear a diario y que nos invitan a una reflexión profunda. Todos formamos parte de esta sociedad y por tanto deberíamos estar más atentos y más activos con lo que sucede a nuestro alrededor y así cultivar la Filantropía, como la definimos anteriormente, es el amor desinteresado hacia el otro. Entonces, la palabra clave lleva a preguntarnos: ¿Qué es el amor? La Biblia nos orienta y nos responde a través de la lectura de Corintos lo siguiente: “El amor es paciente; el amor es bondadoso; el amor no es envidioso ni jactancioso ni arrogante ni grosero. No insiste en su propio camino; no es irritable ni resentido; no se alegra del mal, sino que se alegra de la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
En síntesis, finalmente podríamos decir que la Filantropía es el amor y para practicar este valor tenemos que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Por María Beatriz Gómez, Corresponsal Logia Granada N°33 de San Fernando.
