«Es fácil ser heroico y generoso en un momento determinado, lo que cuesta es ser fiel y constante»
Karl Marx
El término castellano fidelidad proviene del latín fidelitas-atis y refiere al concepto de servir a un Dios. Se relaciona con una capacidad del espíritu humano de cumplir las promesas. Y vendría a significar lealtad, cumplida adhesión, observancia de la fe que uno debe a otro, verdad, sinceridad, constancia en los afectos y en el cumplimiento de sus obligaciones; en definitiva, denota a aquel que cumple sus promesas y por ello se muestra digno de confianza.
En el Antiguo Testamento podemos apreciar que el término hebreo verdad, ‘emet, deriva de la misma raíz que el término que designa la fe, ‘emunah, mientras que la raíz ‘mn significa estar seguro, firme, sólido. ‘Emunah expresa primariamente lo firme, lo que se mantiene, y en el sentido de las relaciones humanas vendría a significar fidelidad, lealtad, /confianza. Igualmente, cuando se utiliza en referencia a lo justo, significaría rectitud o sinceridad.
Se dice que somos seres racionales, pero en realidad somos seres emocionales que además podemos reflexionar y escoger lo que hacemos en las distintas circunstancias en que nos encontremos. Por tanto, la fidelidad surge de la adhesión a un valor; no es un valor donde se mire a sí mismo, que se quiera porque sí, sin más, ya que la fidelidad acompaña a muchos valores que definen al hombre en su núcleo central, para el bien o para el mal, entonces la situación está en descubrir y mostrar cuáles son los fundamentos de la fidelidad humana. ¿Por qué debo ser fiel? y ¿qué debo hacer para ser fiel? Naturalmente, para responder estas preguntas se exige un elemento previo: querer ser fiel, considerar la fidelidad como un verdadero bien moral para si mismo y para los demás. En primera instancia, uno se promete a sí mismo, se empeña por buscar el “mejor yo” posible, por alcanzar el más alto valor del yo personal. Se es fiel a un amigo, a la esposa o esposo, a la empresa donde uno trabaja, a la patria, a la humanidad, no sin antes procurar ser fiel a sí mismo.
Fidelidad, perseverancia y constancia. La perseverancia es, de todas las virtudes, quizás la que más se relaciona con la fidelidad, empleándose como sinónimo de esta. Lo propio de la perseverancia es, pues, persistir en el bien, soportar la dificultad de la duración inherente al acto de virtud. Pero no sólo la duración temporal constituye el obstáculo que principalmente hace que la fidelidad reclame el auxilio de otra virtud. Silvio Rodríguez, en una de sus mejores canciones lo expresa así: » Y cómo pasa el tiempo, que de pronto son años, sin pasar tú por mí, ¡detenida! «. La fidelidad en el ámbito de la pareja se une a exclusividad. No es así en otros ámbitos como en la amistad, donde ser fiel a un amigo no significa tener un solo amigo; o en el de las ideas donde la fidelidad exige eternizar el valor el tiempo, por tanto, es un proyecto que tiene su raíz en el pasado, se actualiza en el presente. La fidelidad, es una experiencia de profunda autonomía, es de libre decisión y expresión, se decide de qué manera orientar la vida.
La Masonería ofrece la posibilidad de autoconocimiento, así como la consciencia de reconocerse o cuando se siente reconocido por el otro, por tanto, quiero ser fiel para ser yo, lo mejor de mi yo, no sólo el yo fugaz de un momento aislado, sin continuidad, sino aquel que está enraizado en todo un proyecto de vida asumido libremente. Es respuesta a esa llamada que cada uno siente desde lo más profundo de su yo; es el dinámico crisol entre lo que uno siente que debe ser y lo que uno percibe que está siendo, el cumplimiento de las promesas, por ser un deber de honestidad moral, requiere una virtud especial. Esta virtud es la fidelidad, parte potencial de la justicia, hábito que dispone al hombre a mantener la palabra dada, a cumplir lo que ha prometido, hacer que sea verdad lo que ha afirmado. La fidelidad es la virtud que establece la conformidad entre lo que se dice y lo que se hace, así como la veracidad establece la conformidad entre las palabras o acciones y las realidades que expresan.
Por Zaida Zárate Díaz, Logia Artemisa N°36 de Coquimbo.