Día de los Derechos Humanos

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El Día de los Derechos Humanos fue instaurado un 10 de diciembre de 1948, cuándo la Asamblea General de la Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de los Derechos humanos, como instrumento de tipo ético y obligatorio para todos los estados y que se describe como un  “Documento histórico que proclama los derechos inalienables que corresponden a toda persona como ser humano independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o de cualquier otra condición”.

Según esto, los Derechos humanos, sin distinción alguna, nos señala que todos y todas, sin excepción, tenemos los mismos derechos humanos, los que son indivisibles y están interrelacionados.

Si bien a lo largo de la historia, ha habido diversos antecedentes sobre el respeto de los Derechos humanos, estos cobran relevancia internacional al término de la Segunda Guerra mundial, cuando se conoce de los horrores de los crímenes masivos y la dramática experiencia sufrida en campos de exterminio nazis. Meses después de rendida Alemania y Japón (tras el lanzamiento de dos bombas atómicas) se funda en San Francisco, la Organización de las Naciones Unidas, reemplazando así a la “Sociedad de las Naciones” que, en su afán de tipo preventivo, no pudo evitar el estallido de este dramático conflicto que tuvo lugar entre 1939 y 1945 y que involucró de manera directa e indirecta a la mayor parte de las potencias militares y económicas de la época.

Hablar de Derechos Humanos hoy, es hablar de nuestra condición como naturaleza, pero también nuestra esencia como persona, seres sintientes pero también racionales, hemos sido capaces de conformar la base de lo que llamamos “dignidad humana”, que aparece como “una señal de identidad de la humanidad y “la causa de que se reconozcan los derechos”. El Estado y la sociedad, son responsables que un ser humano viva en dignidad, pero también de promover y garantizar el respeto por los Derechos humanos.

La responsabilidad debe partir por la educación que nos otorga la familia, la escuela y la sociedad. En nuestro caso, como mujeres que buscan obrar en conciencia, urge mantenernos informadas “desde el día que nacemos, sobre cuáles son nuestros derechos y su importancia para la vida”, conocer en profundidad nuestra historia, entender la implicancia de valorar la dignidad humana y la motivación de personas en Chile y el mundo, a seguir buscando, que se honren los derechos de abuelos y abuelas, padres, madres, hijas e hijos que alguna vez fueron aplastados…y sin ir más lejos, entender nuestra historia reciente que derivó en una cruenta dictadura,  y más reciente aún, buscar respuestas para la crisis representada en el nada sorpresivo “estallido social” o la pandemia aún instalada, acontecimientos que evidencian la injusticia social, donde claramente no existe una real equidad de oportunidades, junto con los clamores de una vasta parte de la población, que aún hoy en día, se sienten ciudadanos de segunda clase.

Dado lo anterior, El Estado y nuestra sociedad debe construirse como una cultura “sustentada en la educación en Derechos humanos” de manera que conformemos una “ciudadanía activa que supervise la aplicación de los mismos” y “que sea capaz de vigilar y hacer control social, exigiendo dignidad cuando esta se vea amenazada”.