El “Día de la Educación Parvularia y de los Educadores de Párvulos” se celebra el 22 de noviembre.
La relevancia de este nivel educativo lo encontramos explícitamente en la Ley N° 20.370, que lo define como el nivel educativo que atiende integralmente a niñas y niños, desde su nacimiento hasta su ingreso a la educación básica, a fin de favorecer de manera sistemática, oportuna y pertinente, el desarrollo integral y aprendizajes relevantes y significativos, apoyando a la familia en su rol insustituible de primera educadora. También es importante resaltar que sus lineamientos se enmarcan en principios y valores inspirados en la Constitución Política del Estado, la Ley General de Educación y el Ordenamiento Jurídico de la Nación, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño ratificados por nuestro país.
Las y los educadores de párvulos promueven, actitudes y habilidades que les permitirán, por ejemplo: a valerse por sí mismos en el ámbito escolar, familiar y social, al autocuidado y cuidado de los otros y del entorno, apreciar sus capacidades y características personales, a desarrollar su capacidad motora, a relacionarse, a desarrollar actitudes de respeto y aceptación de la diversidad social, étnica, cultural, religiosa y física, a comunicarse por medio del lenguaje verbal y corporal, a resolver problemas cotidianos simples, a explorar el medio natural y social apreciando su riqueza, a desarrollar su creatividad, a expresarse libre artísticamente, entre otras múltiples habilidades.
El Día de la Educación Parvularia y de los Educadores de Párvulos fue instaurado en Chile, con el nombre Día de la Educación Parvularia, en 1991, durante el mandato del Presidente Patricio Aylwin y con el apoyo de todos los sectores políticos; fue la forma de destacar el importante rol de estos profesionales en el sistema educativo nacional.
Se celebra el 22 de noviembre, fecha que corresponde a la creación de la primera escuela de Educación Parvularia en la Universidad de Chile en el año 1944.
Por Marina Hormazábal Salinas,
Logia Gea N° 30, ciudad de Ovalle.