Declaración Pública

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Ximena Muñoz Muñoz / Gran Maestra
Gran Logia Femenina de Chile

La Masonería no es fácil de clasificar, sin embargo se puede decir con mucha convicción que es una filosofía de vida, pues imprime en sus adeptos un modo de ser, una ética distintiva ligada a la libertad de conciencia y al respeto por la condición humana en toda su diversidad.

Se desprende de allí que se basa en la reflexión razonada e inteligente para analizar los temas de la existencia humana y de la contingencia social, sin límites dogmáticos sino en plena libertad y tolerancia

Por lo tanto, la principal preocupación de la Masonería es el perfeccionamiento de cada individuo y de la sociedad en que vive y convive, basado en los ideales de libertad, igualdad y fraternidad, perfeccionamiento que se logra a través del estudio y el trabajo.

Como institución es enormemente generosa, pues nos mueve a ser cada día mejores personas y nos entrega valiosos postulados dignos de ser asimilados como propios. Entre esos postulados, uno de los más relevantes, es el de dignificar en todos los sentidos la condición humana y contribuir en la construcción de una sociedad más justa.

Bajo esta premisa la Masonería, desde sus orígenes, ha levantado a la educación como el principal medio para el perfeccionamiento y dignificación de lo humano y para la liberación de los pueblos.

Es por esto, que el ser masona nos compromete con todo acontecimiento social que planteé reivindicaciones que apunten al desarrollo de la sociedad en justicia y libertad, así como también hoy en día a enfrentar, nuevamente, la problemática de la educación chilena.

En Chile, tempranamente en la historia de la República, la Orden Masónica definió que uno de los deberes esenciales del Estado era garantizar a los ciudadanos una educación laica, gratuita y de calidad, posición que ha mantenido y estimulado a través del tiempo. La creación de los primeros liceos, de las primeras universidades públicas, de las Escuelas Normales, la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, la educación técnico profesional, la educación de adultos, entre otras, son la expresión más genuina de esa preocupación permanente.

Actualmente, en el siglo XXI, se puede constatar que esos nobles ideales que la Orden ha defendido incansablemente y que parecían estar obsoletos en esta sociedad marcada por el mercantilismo, han penetrado no solo en la conciencia de estudiantes y profesores, sino que también la de los padres, apoderados y familias completas que han querido manifestarse en relación a este tema, surgiendo con renovada energía en medio de la agenda pública.

Es por ello que en concordancia con los postulados que promueve, la Gran Logia Femenina de Chile apoya las demandas que la comunidad educativa reclama para el conjunto de la sociedad chilena: una educación pública, laica, gratuita, de calidad y al alcance de todos los ciudadanos, porque ese es el primer paso para la construcción de una sociedad más libre, justa, democrática y fraternal.