¿Cuándo fue que tuvimos que cambiar el enfoque hacia nuestro entorno, porque el desarrollo maravilloso que nos hizo la vida más fácil en realidad se convirtió en un arma poderosa que dirigimos directamente a la subsistencia humana y a todo lo que reconocemos como vida?
Cuando nos dimos cuenta que lo habíamos hecho mal, que los bosques desaparecían, que las nieves eternas no eran tal, que el mar, los ríos y los lagos, se convertían en grandes concentraciones de desecho humano, que estábamos transformando el medio, mientras algunas voces se levantaban para alertarnos a todos y todas.
50 años han pasado desde que esa preocupación pasó a convertirse en el Día Mundial del Medio Ambiente. Un 5 de junio se determinó la importancia de la protección y la salud del medio, porque ya era hora de tener una conducta responsable para su real mejora y preservación.
En la conmemoración del 50 aniversario, tal como lo anunció el programa de las Naciones Unidas para el medio Ambiente (PNUMA), la temática se centrará en lo que hemos conocido como el flagelo de la contaminación: el plástico, el mal llamado «rey» de los contaminantes. El lugar simbólico elegido para esta ocasión, es Costa de Marfil, país africano que desde 2014 prohibió el uso de las bolsas de plástico a cambio de envases reutilizables y que hoy invita a buscar soluciones a esta crisis, producto de nuestra desarrollada civilización.
Como sabemos, cada año se producen millones de toneladas de plástico en todo el mundo, la mitad diseñado para ser subutilizado o usado una sola vez o al menos esa es la intención. ¿Cuántas toneladas de plástico terminan en mares, ríos, lagos? ¿Y cuánto de este material teniendo la opción de hacerlo, no es reciclado por desconocimiento, ignorancia o falta de medios de las autoridades locales?
En la misma Costa de Marfil, la contaminación por plástico ha sido todo un problema. Según la ONU, la gestión inadecuada de estos desechos ha provocado mortalidad principalmente infantil en la población más pobre. El plástico que obstruye alcantarillas y proporcionar lugares de cría para los mosquitos contribuye a la propagación de enfermedades nefastas como la malaria, entre muchas otras. Sabemos así que ésta es la urgencia a nivel mundial la contaminación por plástico y sus efectos adversos en la salud, economía y medio ambiente no pueden ser ignorados.
En Chile, país con toda una problemática en la eliminación de desechos (no olvidemos el drama del desierto chileno y las toneladas de ropa que continúan botándose sin control) hace algún tiempo que se trata de instalar la alternativa del reciclaje de manera responsable en algunos municipios de Santiago y fuera de la capital, lo que aún es insuficiente. Por otra parte, a través del PCP (Pacto chilenos de los plásticos), se apunta a “repensar la forma en que producimos, usamos y disponemos los plásticos, para asegurarnos que el material se mantenga circulando en el sistema y no contamine el medio ambiente”. La idea, es avanzar hacia una economía circular del plástico, de modo que se pueda prevenir los problemas que surgen del mal uso que se le puede dar a este material. Es de esperar que estos intentos no se queden solo en el papel y que las empresas no los usen como mera formalidad o con intentos solo publicitarios.
Toda fuente originaria del elemento vital agua, la tierra que nos sustenta y la energía que hace posible lo que hoy conocemos, merecen el respeto que le debemos. Especialmente como mujeres masonas, no solo hacernos eco de Gran Logia Femenina de Chile y su reciente preocupación sobre esta materia a través del Departamento de Medio Ambiente y Sustentabilidad, sino también es nuestro deber buscar cómo comprometernos con su causa, que es la nuestra, como lo es el respeto por los elementos de la naturaleza: agua, aire, tierra que crean las condiciones para las distintas formas de vida, y trabajar en conciencia para generar un Medio Ambiente Sano, a través de un Desarrollo Sustentable y la Preservación de la Naturaleza que nos permita, como naturaleza que somos, el vivir en un ambiente sano y libre de contaminación.
Malucha Vergara
Corresponsal Logia Isis N°11