Gabriela Mistral y su Lucha por la Paz y la Justicia

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En homenaje a Gabriela Mistral por los 76 años del Premio Nobel de Literatura y los 70 años del Premio Nacional de Literatura.

“Recordar este hito de la literatura nacional, iberoamericana e internacional es en parte ponerme en contacto con mi origen, con mi principio, pues nací en 1957, año en que nuestra Maestra se desprende de su cuerpo material para convertirse en un Ser de luz que iluminará el camino de aquellos que sepan entender el trasfondo de sus escritos. 

Con frecuencia se recuerda y destaca la obra lírica de Gabriela Mistral, y sus escritos en prosa quedan relegados. Su muerte causó tanto impacto que la Universidad Nacional Autónoma de México publicó sus obras principales en reconocimiento a esta chilena que tanto entregó a esa nación. Crecí con parte de esta colección en la biblioteca y cada cumpleaños pedía un libro de ella. Conozco su obra y algo de su vida. Su obra es extensa y reducirla a sus poemas infantiles es desconocer las múltiples luchas que dio.

La prosa de Gabriela Mistral concentra un pensamiento social, vigoroso y riquísimo para nuestro país y para América Latina. En ellos deja de manifiesto su rol como gran pensadora, enarbolando la lucha por la justicia y la paz de esta tierra americana y de los cientos de miles de almas que en ella brotan como flores y que mueren aplastadas por opresores.

En su ideario modela y proyecta un continente americano en donde la tierra, el indígena y la mujer constituyen los ejes que interpretan su pensamiento político-social. Para facilitar el entendimiento de sus planteamientos, se puede decir que: “Su interés por la tierra engloba un juicio político-económico; su interés por el indio fue una preocupación político-social y su interés por la mujer fue una inquietud político-cultural”. 

Aquí me quiero detener y destacar que este pensamiento político-cultural respecto de la mujer la llevó a defender su derecho a la instrucción como herramienta de crecimiento y de libertad, idea que era considerada de avanzada y provocativa para la sociedad de la época. Es necesario recordar que a principios del siglo XX las mujeres no tenían derecho al estudio, ya que se consideraba que su rol doméstico como ama de casa y cuidadora de los hijos era más importante que su acción social.

Su gran lucha fue porque se otorgará al género femenino igualdad de derechos respecto del hombre. Esto trajo como consecuencia que se la tildara de revolucionaria por la élite y de panteísta por la iglesia católica. 

El gran dolor de Gabriela fue no encontrar apoyo en su propio país, ni en los círculos literarios ni en el magisterio. Ante esta situación decide salir del país y radicarse en México, país que la recibió con los brazos abiertos y que aprovechó sus conocimientos e ideas pedagógicas, encargándole trabajar en la Reforma Educacional de este país además de promover la creación de bibliotecas públicas para facilitar el acceso al conocimiento y desarrollar el pensamiento.

Chile fue hostil con Gabriela, solo seis años después de haber recibido el máximo galardón de la literatura universal, le otorga el Premio Nacional de Literatura en 1951. Esta situación queda evidenciada en que quienes promovieron a Gabriela como postulante a este máximo galardón, fueron intelectuales de Ecuador y México quienes auspiciaron su postulación. La gestora fue Adelaida Velasco Galdós y el impulsor fue José Vasconcelos. Gracias a ellos Gabriela fue reconocida y galardonada con el Premio Nobel de Literatura.

Recuerdo un comentario que hacía mi madre y que decía que el lema de la campaña presidencial de don Pedro Aguirre Cerda: “Gobernar es Educar” estuvo ligado a la gran amistad que tuvo con Gabriela. Fue quien de verdad la valoró y reconoció como la gran mujer y pensadora que era.

Sin lugar a duda nuestra Maestra Gabriela Mistral derramó su luz sobre nosotros y no supimos verla. Aún hoy estamos en deuda, pero podemos reivindicarnos promoviendo su prosa y actualizando nuestro pensamiento. Sus grandes luchas están aún vigentes. Que su imagen esté en un billete no significa que reconozcamos su obra, muy por el contrario, significa que, al igual que el billete, cada día tiene menos valor”.

Por Patricia Torres Tapia
Corresponsal Logia Luz de Oriente N° 32, ciudad de Quilpué.