Envejecimiento y Neurociencias

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A nivel mundial el número de adultos mayores de 60 años superará 2 mil millones para 2050 y constituirá más del 20% de la población mundial. Las definiciones de salud y bienestar en la vejez han cambiado con el aumento de la expectativa de vida. El envejecimiento es un proceso irreversible que afecta de forma heterogénea a las células que conforman los seres vivos. Todos los órganos y sistemas del individuo presentan este proceso, incluido el sistema nervioso.

Algunos autores definen el envejecimiento como un proceso deletéreo, progresivo, intrínseco y universal que acontece a todo ser vivo con el tiempo, como expresión de la interacción entre el programa genético del individuo y su medio ambiente.

Según el concepto de «edad cronológica», el proceso de senectud comienza alrededor de los 60 años. Sin embargo, en muchas ocasiones, el declinar vital no se acompaña de un decremento objetivable en las funciones cerebrales, que pueden permanecer intactas hasta la muerte. Por ello, es lícito pensar que los diferentes sistemas del organismo no envejecen a la misma velocidad y que no podemos hablar de envejecimiento cerebral desde un punto de vista meramente cronológico.

Es probable que un cerebro envejecido sea consecuencia del deterioro de otros sistemas, como el cardiovascular o endocrino, más que del propio proceso de envejecimiento cerebral.

Definir el envejecimiento cognitivo normal es complejo, pero la mayoría de investigadores afirman que el anciano normal, es decir, sin ninguna enfermedad, no tiene deterioro cognitivo. Por tanto, es un error pensar que una pérdida de memoria en edades avanzadas es un fenómeno normal. Es decir, la pérdida de memoria en el adulto mayor no presupone normalidad sino, por el contrario, enfermedad.

Durante la vida, el cerebro presenta una serie de modificaciones estructurales, tanto micro como macroscópicas y bioquímicas, entre las que se encuentran: descenso del peso del cerebro y disminución del volumen cerebral. A pesar de estos inequívocos cambios, un cerebro histológica y bioquímicamente viejo puede ser un cerebro funcionalmente joven.

Numerosas teorías han sido propuestas para explicar los mecanismos biológicos del envejecimiento. Todas ellas ponen en evidencia de que no existe un único mecanismo responsable de la senectud. Junto a la disminución de las capacidades funcionales al paso del tiempo y a la irreversibilidad de las alteraciones que se producen en la vida, existe mayor posibilidad de presentar enfermedades en edades adultas.

Las claves que rigen este proceso involutivo son de carácter genético y ambiental. Es decir, nuestros genes y el entorno que nos rodea (alimentación, ejercicio, e incluso lugar en el que vivimos) condicionan la mayor o menor duración de la vida y su calidad. El cerebro viejo produce neuronas nuevas. Esta producción neuronal nueva parece que está condicionada por el aprendizaje y la riqueza del medio ambiente que rodea al individuo, así como la realización de ejercicio físico aeróbico.

La mayoría de estudios han puesto de manifiesto que la producción de neuronas nuevas ocurre durante toda la vida del individuo. Sin embargo, durante el período del envejecimiento, este fenómeno parece que se reduce considerablemente. Aun así, la producción de células precursoras permanece estable durante el envejecimiento. Estos hallazgos son prometedores y potencialmente útiles para instaurar futuros tratamientos del cerebro envejecido.

Las neuronas pueden morir por necrosis (detención de las propias funciones y desintegración rápida de la célula) o por apoptosis. Esta última es una forma de muerte celular programada, en la que la propia célula pone en marcha un programa de suicidio por el que se autodigieren a sí mismas. Todas las evidencias parecen indicar que en las enfermedades neurodegenerativas se activan de forma anormal estos mecanismos de apoptosis.

El conocimiento del proceso de muerte neuronal programada es de enorme importancia para la medicina. Por tanto, si estos procesos se pudieran modular por factores externos se podría prevenir la muerte neuronal.

El cerebro está fuertemente influido por las hormonas sexuales, tiroideas, suprarrenales y por la melatonina. No sólo controlan la sobrevida o muerte de neuronas, sino que también controlan su capacidad de realizar conexiones entre ellas. Cualquier cambio hormonal tiene una repercusión, positiva o negativa, en el cerebro. En el envejecimiento se ha constatado una disminución en los valores de algunas hormonas circulantes, lo que aumenta notoriamente la vulnerabilidad del sistema nervioso.

Actualmente, existen evidencias de que la reposición de hormonas femeninas en la menopausia disminuye los riesgos de demencia. También se están completando estudios sobre los beneficios de la reposición de otras hormonas.

¿Se puede retrasar el envejecimiento cerebral?

La principal estrategia para enfrentarse al envejecimiento cerebral es el tratamiento correcto de las condiciones consideradas como factores de riesgo.

Estudios avalan que una dieta rica en fruta y vegetales previene el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento cerebral. Estos efectos positivos se adjudican a la riqueza de antioxidantes presentes en frutas y legumbres.

A la luz de los conocimientos actuales, parece que el ejercicio moderado y el control de la ingestión de alimentos pueden representar dos estrategias fundamentales que aporten efectos beneficiosos para aliviar y enlentecer el proceso de envejecimiento del cerebro.

Indudablemente, ningún ser humano está exento de presentar los cambios estructurales, fisiológicos, bioquímicos y moleculares que determinan las características físicas y mentales de la vejez. Sin embargo, los conocimientos actuales y futuros sobre el envejecimiento cerebral permitirán ofrecer nuevas posibilidades para retardar la afección de las funciones cerebrales motoras, sensoriales y cognitivas del propio proceso de senectud.

Dada la alta prevalencia y el impacto de los problemas de salud crónicos entre los pacientes mayores, las intervenciones para abordar estos problemas se vuelven más importantes para maximizar tanto la cantidad como la calidad de vida de los adultos mayores.

Recomendaciones observadas en los centenarios y super ancianos de las zonas azules en el mundo:

  • Practican ejercicio físico moderado de forma regular.
  • Han aprendido a tomarse las cosas con calma (algunos practican meditación o relajación, hacen siestas o pasatiempos agradables).
  • Tienen un propósito en su vida, es decir, objetivos que les motivan cada día. 
  • Comen muchos alimentos de origen vegetal y poca carne.
  • Acostumbran a comer despacio y parar cuando el estómago está lleno al 80% de su capacidad.
  • Piensan que tomar dos vasos de vino tinto al día es bueno para el cuerpo.
  • Cuidan los lazos familiares, de esta forma son fuertes y estrechos (abuelos, padres y nietos conviven y comparten tiempo de calidad juntos). 
  • Participan y colaboran por el bien de la comunidad. Piensan que muchos contactos sociales favorecen una vida más larga y feliz.

Por Andrea Pérez Migueles, Logia Ailyn N°18 de Puerto Montt.