El 30 de agosto se conmemora el día Internacional de las “Desapariciones forzadas” o “Día Internacional del Detenido Desaparecido”, conjunto de palabras que el solo hecho de escribirlas, nos mueve a una pena profunda y un convencimiento pleno en que hemos errado acerca de la idea de humanidad que como cultura nos hemos creado.
Lo que partió como iniciativa de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos y apoyada por la Organización de Naciones Unidas, es instaurada a partir de 2011 por la creciente preocupación del “aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo”.
El hecho de darle relevancia a esta fecha obedece al propósito de asegurar de alguna manera la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, concientizando así a la “sociedad acerca de lo que está catalogado como crimen de lesa humanidad por la OEA y la ONU”, considerando que es precisamente el Estado quién preserva y garantiza los derechos de las personas.
En Chile las diversas agrupaciones de familiares de víctimas, y el mundo de los Derechos Humanos lo conmemora como el Día Internacional del Detenido Desaparecido ya que fue “durante el período de dictadura cívico militar que se constituyó como una práctica sistemática del Gobierno y sus organismos represivos para eliminar a quienes consideraron «enemigos internos”. “Hoy, a 50 años del Golpe de Estado, la necesidad de memoria, verdad, justicia y reparación, se mantiene intacta para recordar a las más de mil víctimas de desaparición forzada por la dictadura”, señalan.
La Masonería Femenina Chilena, que valora los ideales del humanismo, respeto y tolerancia, señala que el diálogo, la justicia y la paz son indispensables para sanar las heridas y construir una Patria que albergue amorosamente a todos quienes habitan esta tierra.
Por Malucha Vergara,
Corresponsal Logia Isis N°11 de Santiago