Existen mujeres que han hecho historia en nuestro país y que han hecho esta historia en carne propia… Amanda Labarca es una de ellas.
Nace en Santiago el 5 de diciembre de 1886, bautizada como Amanda Pinto Sepúlveda, vive su infancia en un Chile con profundas desigualdades sociales, que lucha por crecer económicamente. Se graduó tempranamente de Bachiller en Humanidades a la edad de 15 años, luego de rendir sus exámenes en el Instituto Nacional, establecimiento encargado de entregar ese título a las mujeres que lo solicitaran y cumplieran con los requerimientos académicos.
Trabajó como profesora primaria en el Santiago College, donde además se desempeñó como secretaria asistente de la dirección. Durante esta época conoció al escritor Guillermo Labarca Hubertson (1879-1954), quien posteriormente fue su marido. Juntos ingresaron al Instituto Pedagógico, ella para estudiar Castellano y él Historia y Geografía. En diciembre de 1905 obtuvo el título de profesora de Estado en Castellano por la Universidad de Chile, con tan solo 18 años. Al año siguiente, fue nombrada subdirectora de la Escuela Normal Nº3, siguiendo el camino que previamente abrió Eloíza Díaz Insunza (1866-1950), quien inició el ingreso de las mujeres a la educación superior. Desde ahí partió una carrera que la llevó a dirigir escuelas y liceos, además de perfeccionar sus estudios en Columbia y La Sorbona. Estas experiencias le permitieron entrar en contacto con las ideas de avanzada sobre educación y feminismo. En 1915, creó el “Círculo de Lectura”, una iniciativa clave para el movimiento feminista chileno. Hasta entonces, las mujeres se agrupaban en torno a labores de beneficencia en organizaciones como la Cruz Roja o la Fundación Gotas de Leche. A los 36 años consiguió lo que ninguna mujer en Chile ni en Latinoamérica había logrado: hacer clases en una universidad. En 1922, fue nombrada profesora extraordinaria de Psicología de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación de la Universidad de Chile. En paralelo, abogó activamente por los derechos políticos y civiles de las mujeres, como fue el sufragio femenino y la posibilidad de administrar sus propios bienes. Dentro de su legado podemos nombrar:
1925, logra la aprobación de la Ley Maza
1933, creación del Comité Nacional Pro Derechos de la Mujer
1961, creación de la Liga Civica de la Mujer
1967, nacimiento de la CONFECH
Todo lo anterior sumado a una extensa lista de obras literarias que abarcan el feminismo y la educación. Fallece el 2 de enero de 1975, haciendo historia en nuestro país, gracias a sus profundas convicciones que se resumen en esta frase: “Qué nos brinden a todos justicia, libertad, democracia y bienestar y que permitan a la mujer laborar de igual a igual que el hombre en el logro de estas ansiadas y queridas esperanzas”.
Por Celma Hernández, Corresponsal Logia Pelomtuwe Nº34 de Castro.
Imagen: Gentileza Museo de la Educación Gabriela Mistral.