9 de diciembre: «Laicismo y Libertad de Conciencia»

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    Toda persona nace libre y por tanto tiene la potencia de desarrollarse en libertad; esta expresión no es un mandato es el reconocimiento a la dignidad superior de su origen y destino. Esta libertad toca su alma, su cuerpo y su razón y no es un recinto teologal, sino un espacio en el que se construye como un Ser peculiar e irrepetible.

    En su calidad de Ser gregario la persona ha estado impelida a vivir comunitariamente en clanes, tribus, sociedades y civilizaciones y es en esta dimensión de su existencia en la que se manifiesta su voluntad de respeto, igualdad y bien común.

    Dicho lo anterior entendemos que el Laicismo es una doctrina que tiene como idea fundacional la libertad de conciencia, que privilegia un enfoque social, promueve el respeto a los derechos de las personas y la no discriminación de ningún tipo y sitúa al Estado como agente porque permite la disolución de los poderes fácticos que limitan la justicia, la libertad educacional y religiosa. La libertad individual es la manifestación más genuina de la acción humana sobre la conciencia de Ser y sobre la relación con el medio social, cultural y natural, es decir, la relación de cada persona consigo y su entorno.

    En Chile con la promulgación de la Constitución de 1925 se consagra la secularización de la sociedad chilena mediante la separación definitiva de la iglesia y el Estado. Este significativo hecho marcará una forma de vida más democrática donde el Estado fue el impulsor de una clase media ilustrada que sin lugar a dudas fue determinante en el desarrollo cultural, social y político de nuestro país e instituciones capaces de avanzar hacia la modernización y progresión de la Nación.

    La carta que nos rige redactada en 1980 es un texto cuyo objeto es tutelar la democracia y blindar a algunas instituciones de la República, centralizar al país en su capital e instalar al presidente como figura fuerte y central. No reconocía derechos individuales ni comunitarios, contenía artículos que limitaban la libertad y ponía una camisa de fuerza a la garantía de derechos y a la protección social por parte del Estado, poniendo a las fuerzas armadas como garantes de la vida nacional. Pese a que entre los años 1989 y 2005 fue objeto de diversas reformas, estas no alcanzaron para convertirla en una constitución realmente igualitaria y democrática.

    La libertad de conciencia es una manifestación de la dignidad superior que cada persona posee para Ser y es inalienable a su esencia. No tiene otra dimensión más que la propia identidad de sí y su expresión es la fuerte convicción de la libertad que la inspira.

    El desafío que tenemos las chilenas y chilenos este 17 de diciembre de aprobar o rechazar el texto constitucional es un verdadero encuentro para nuestra libertad de conciencia. En la dualidad de que el contenido sea un avance o un retroceso está la individualidad personal para discernir, reflexionar y contemplar con perspectiva las consecuencias que significan una u otra opción.

    Las Mujeres Masonas debemos optar por aquella concepción en que el laicismo y la libre conciencia tengan lugar central, en virtud de que nuestro camino es caminar hacia la Verdad, la que entendemos varía según la persona pero que siempre debe tener como norte el conocimiento y la fraternidad.

    Por Minón Undurraga, Corresponsal Logia Ailyn N°18 de Puerto Montt.