Planta un árbol, regala vida

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    Escuchar desde la voz de la memoria es volver a caminar entre los árboles que respiramos vivos, en la tierra aún sana. Sentir sin embargo que ese árbol pueda elevarse en su lucha diaria para obtener el agua que se ha tornado escasa, es tarea nuestra. Mas no podemos pedir a este gigante laborioso (hoy cada vez más reducido) que haga brillar sus herramientas para sostenerse.

    Mi voz, la nuestra, es el árbol que echó raíces que alargó sus ramas creando mundo hacia lo alto y hacia el interior de la tierra oscura. Ése es el árbol que decora esta tierra de norte a sur, que conoció a nuestros ancestros y que clama para que activemos la alerta. 

    Es ese árbol que -en su infinidad de nombres- se pierde en la historia que no siempre conocemos; una austral lenga, el longevo alerce. Por supuesto, la majestuosa araucaria, el resistente chañar, o la profunda raíz del tamarugo que resiste como aliado en nuestro país más seco. También hay el árbol del Chile que ha sufrido con la falta de agua reciente, donde la esperanza nos ha sido devuelta no sabemos por cuanto el árbol de hoja siempre verde del boldo medicinal, el molle que sostiene una sombra benefactora, el peumo repartiendo su aroma benéfico, el quillay tantas veces vulnerado que nos regala su hoja lustrosa siempre, “el señor Litre” de cara al sol implacable y ese gran pasto que es la palma chilena que erecta hacia lo alto, cascabelea  permanente sus aspas al viento. Y es desde donde escribo, desde una sombra vital y silenciosa. 

    Porque es nuestro deber como masonas, sensibilizar/nos respecto de la importancia del árbol en la vida del planeta. Porque este “héroe verde”, “pulmón del planeta” regula el clima, permitiéndonos disfrutar de un aire sano. Porque un árbol que protege nuestro suelo sostiene vida, sostiene ese universo de plantas, animales, insectos, con el trabajo invisible que hace como “almacén de carbono”. Donde hay un árbol, hay esperanza en que la contaminación ambiental y climática, invento de la raza humana, se transforme en vida.

    Chile -en toda su extensión- es un país rico en variedad de árboles, cada uno con su peculiar belleza, por lo mismo la GLFCH ha hecho de un árbol una obra de amor. Un árbol que se planta es un mensaje de fraternidad, un trabajo de pura luz masónica. En el Día del árbol, devolvamos a la tierra lo que es suyo y quedémonos con esta frase de tan vital campaña: “Cada árbol plantado contribuye a la restauración de nuestros bosques nativos y fortalece nuestra lucha contra el cambio climático”.

    Por Malucha Vergara, Departamento de Medio Ambiente GLFCH.