Gran Logia Femenina
Santiago, marzo 2009
El Día Internacional de la Mujer, además de recordar el valor y la decisión de aquellas que a través de la historia han luchado por nuestros derechos, nos induce a meditar acerca de los avances conseguidos en este ámbito y de lo tanto que falta aún por hacer. Sin embargo, si las trabajadoras de principios del siglo pasado pudieran observar hoy las condiciones de vida de sus congéneres no dudarían en reconocer que los logros alcanzados superan los sueños de entonces.
El Día Internacional de la Mujer, además de recordar el valor y la decisión de aquellas que a través de la historia han luchado por nuestros derechos, nos induce a meditar acerca de los avances conseguidos en este ámbito y de lo tanto que falta aún por hacer. Sin embargo, si las trabajadoras de principios del siglo pasado pudieran observar hoy las condiciones de vida de sus congéneres no dudarían en reconocer que los logros alcanzados superan los sueños de entonces.
El siglo XX, en especial durante la segunda mitad, puede ser llamado con justicia el Siglo de la Mujer, por el potente cambio observado en su condición, ya que una de las grandes revoluciones socioculturales ocurridas en esa época fue la lucha de las mujeres por dejar de ser objetos y convertirse en sujetos con derechos, voz y acceso a los mismos espacios que los hombres. Al analizar el trayecto que han recorrido esas luchas, se advierte que en un comienzo se dirigieron a los derechos políticos, laborales, educacionales y reproductivos, y últimamente a los derechos del cuerpo.
Simultáneamente los avances científicos y en salud pública tuvieron como resultado el desarrollo de métodos modernos de regulación de la fertilidad, que han permitido a la mujer compatibilizar su irreemplazable rol reproductivo con otros roles en la sociedad, hecho que marca un hito significativo en los cambios experimentados en el Siglo XX.
La mujer contemporánea está interesada en lograr su realización personal e individual en los distintos espacios sociales en que se desempeña, y cada vez más se incorpora al mundo del trabajo productivo, al cual aporta junto a su calificación educacional y laboral un elevado sentido de responsabilidad, propio del rol maternal, que facilita su integración al trabajo en equipo.
Sin embargo, para construir sociedades justas y menos violentas es indispensable superar las evidentes disparidades socioculturales e inequidades que todavía afectan negativamente a demasiadas mujeres, muchas de ellas basadas en anacronismos cuya sustentabilidad es cada vez menor.
En Chile, se han producido importantes avances respecto a la posición y a la condición de la mujer, y pareciera que el mayor logro se refiere a la toma de conciencia de cómo debe ser la forma de relación entre las personas, mujeres – hombres, aunque todavía prevalecen profundas desigualdades, ente otras, el hecho que en el campo laboral las mujeres que desempeñan igual funciones que los varones reciban salarios menores.
En la actualidad lograr la plena igualdad entre hombres y mujeres es un objetivo que se ha instalado en la agenda mundial y nacional, a través de legislaciones y acciones realizadas por movimientos sociales o agrupaciones que reivindican derechos en el campo laboral, económico y de salud de aquellas que constituimos el 52% de la población mundial: las Mujeres.
Para que la mujer se autorrealiza integralmente en sus diferentes facetas: la espiritual, familiar y laboral, el desafío actual es cambiar el paradigma sociocultural, que ve y hace ver a la mujer como cuidadora de otros, hacia un nuevo escenario en el cual ella primero se cuide a sí misma y se desarrolle, para que desde un estado de bienestar, agregado a su naturaleza altruista, se proyecte y aporte a su entorno cercano y a la sociedad.
Ante la ocurrencia de los nuevos fenómenos socioculturales que afectan a la mujer recobra actualidad el Laicismo, que promueve los valores de Libertad, Igualdad y Justicia para todos los seres humanos, y la integración de los ciudadanos a la sociedad al amparo de las mismas leyes y disfrutando de los mismos derechos. Por lo tanto, la Masonería Femenina que postula el ideal laico, propende de manera activa a la Equidad de Género y al ejercicio de la ciudadanía plena por parte de las mujeres.
Las innovaciones que se están produciendo en la sociedad derivada de la Equidad de Género, convocan a cambios en la sociedad toda, lo que implica también cambios en la identidad y la condición masculina.
Finalmente, en este mes en que se celebra el Día Internacional de la Mujer les invitamos a meditar al respecto, citando el siguiente texto de una mujer visionaria, Gabriela Mistral:
“Mucho pone quién pone espíritu
y voltea las entrañas pesadas de las criaturas.
Pero este tiempo es del hombre y la mujer,
con los dos hemisferios, el emocional y el activo”