Cada 18 de agosto se celebra el Día de la Solidaridad en Chile, uno de los valores humanos más importantes que debe imperar en nuestra sociedad. Aunque la ONU estableció el 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, Chile lo festeja hoy por un motivo especial. En el año 1994, el Congreso chileno decretó el 18 de agosto como el Día de la Solidaridad en Chile en honor al Padre Alberto Hurtado, una figura reconocida por su justicia social que falleció ese día en 1952.
La definición de la solidaridad según la RAE: (De solidario). 1. f. «Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros». Al leer esto puede que no entendamos la solidaridad, ya que, es una virtud que se vive desde el corazón, es contraria al individualismo y el egoísmo, se refleja en el servicio como búsqueda del bien común, e intenta solucionar las carencias espirituales o materiales de los demás.
Pero, ¿por qué la solidaridad es una virtud?
La solidaridad es una virtud porque a través de ella nos mostramos unidos a otras personas, compartiendo sus intereses, inquietudes y necesidades, sin necesariamente tener un lazo afectivo que los una. Es decir, la solidaridad es una virtud porque nos acerca a personas que necesitan bondad o una mano amiga en su vida.
Podemos ser solidarias de distintas maneras, no es solo una entrega económica para una causa común, es tener empatía, entender el dolor del otro, amor al prójimo. Ser solidario, es tratar de buscar lo que es justo, equitativo en nuestro entorno. Y se puede mostrar de muy diferentes maneras en el día a día, incluso en pequeños gestos como ceder un asiento o el turno a un anciano, ayudar a alguien que lleva un paquete pesado, consolar a una amistad o una persona conocida que no esté bien… Como ves, la solidaridad puede estar en cualquier parte y es probable que ya la practiques sin darte cuenta ¿Qué haces tú para ser una persona solidaria con el entorno que te rodea? como dice Eduardo Galeano “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.
Por Sofía Ayala, Logia Ayün N°4 de Santiago.