Con la perspectiva de los siglos, el descubrimiento de América no sólo anexó nuevos territorios a los principales imperios europeos de la época sino que constituyó el hecho que dio completitud a la humanidad, es decir, anunció a los habitantes de los continentes ya conocidos, la existencia de otras culturas y civilizaciones en zonas de ultramar.
El encuentro entre las culturas locales y extranjeras fue desarrollándose en un contexto de dominación bélica y superioridad económica, lo que significó que el conquistador impusiera su visión utilitaria de la Tierra y sus bienes, relegando la cosmovisión de relación de unidad con la naturaleza de los Pueblos Originarios a manuales de turismo. A lo largo de la historia, el hilo conductor de la acción humana ha sido el poder y la dominación excluyente, justificando conquistas y destrucciones.
Este 21 de junio celebramos el Día Nacional de los Pueblos Indígenas, que coincide con el Solsticio de Invierno, en esta fecha diez de los Pueblos Originarios del territorio nacional conmemoran su conexión ancestral con la tierra y dan comienzo a un nuevo ciclo con la naturaleza y las personas, para así relevar la importancia de sus culturas, su lengua y tradiciones.
Transitamos una época en la que los medios de comunicación, las redes sociales y diversas fuentes de información saturan de contenidos, no siempre útiles, que han mermado y adormecido nuestra visión crítica y reflexiva de la realidad. En este contexto, nuestro trabajo como mujeres masonas es destacar y gestar nuevas realidades en torno a nuestra relación con las culturas ancestrales, para reconocernos en ellas y valorar nuestra identidad.
¿Cómo gestamos esta nueva relación? En Chile se estima que el 12% de la población es Mapuche, Aymará, Rapa Nui, Atacameño o Lickan Antai, Quechua, Colla, Chango, Diaguita, Kawéscar y Yagán. En el Consejo Constitucional que debe redactar una nueva Constitución para Chile, apenas hay un representante de los Pueblos Originarios, lo que indica que una vez más la institucionalidad ha puesto barreras al acceso de los pueblos ancestrales a las instancias de decisiones políticas, culturales, administrativas y económicas. La vía jurídico constitucional de reconocimiento a los Pueblos Indígenas que estableció el trabajo de la Asamblea Constituyente, fue vista con recelo por los sectores más conservadores de nuestra sociedad, aduciendo que el país no podía ser refundado. Lo que debemos tener claro es que es necesario refundar nuestra relación de convivencia. El Estado tiene que revisar los subsidios a la Industria Forestal, para desincentivar la explotación de esos recursos en la Araucanía y hacer devolución de parte de esas tierras; revisar las concesiones mineras y las políticas tributarias para no asolar los territorios de valor sagrado en el norte; limitar la entrega de áreas de crianza de salmones y proteger las que están en actividad en el sur del país; privilegiar el derecho de uso de aguas para consumo humano y animal, restringiendo su entrega a privados. Garantizar a la población el derecho de vivir en un ambiente limpio y sin contaminación, evitando la existencia de zonas de sacrificio.
El Estado debe asegurar, dentro de los márgenes legales vigentes, el derecho a la libre determinación de los Pueblos Originarios respetando sus territorios, costumbres y tradiciones. Asegurar su libre acceso a la educación, a la cultura, a la vivienda, a la salud y en general a los aspectos relacionados con la construcción de una vida con dignidad.
Seamos conscientes de que nuestra manera de mirarnos a nosotras mismas, a las otras y los otros, puede hacer la diferencia entre una existencia vivida con integridad, luminosidad y aporte al mundo.
Por Minón Undurraga
Corresponsal Logia Aylin Nº18 de Puerto Montt
Fotografía: Arte rupestre, Museo Chileno de Arte Precolombino