La rectitud es una cualidad moral que implica vivir de manera coherente con los valores éticos y principios universales, actuando siempre con honestidad, justicia e integridad. Se caracteriza por la firmeza del carácter y la disposición de una conciencia clara y transparente, lo que la convierte en un atributo fundamental para ganar la confianza y el respeto de los demás.
Esta virtud no solo se limita a actuar correctamente, sino también a reconocer errores y trabajar activamente para corregirlos, aceptando los sacrificios personales que ello conlleve. La rectitud se convierte así en un proceso continuo de mejora personal, donde los pensamientos y las acciones se alinean para generar un impacto positivo tanto en el individuo como en su entorno.
Las personas rectas son valoradas por su capacidad de tomar decisiones justas, demostrando siempre una conexión profunda con la verdad, más allá de los intereses personales o deseos subjetivos. Al ser un valor universal, la rectitud actúa como un pilar esencial en la construcción de relaciones sanas y en el desarrollo de una sociedad más justa y ética.
Por Corresponsal Logia Generación Fraternal N°41, María Alejandra Yáñez.
