La belleza es una percepción, que nos llena de emoción, que no nos deja indiferentes y que nos permite pensar en distintos objetos, actos o situaciones asociados a ella, ya sea un paisaje, un sonido, una persona, un espacio o un animal, y que representa un concepto que ha sido estudiado desde la antigüedad y, por cierto, que varía de acuerdo con los tiempos y las diferentes culturas.
Sabemos que, a su vez, es una cualidad que se atribuye a aquello que provoca un inmenso placer a nuestros sentidos y una intensa impresión a nuestra mente, junto con una significativa emoción estética.
La belleza no ha estado ajena a la preocupación de grandes pensadores, quienes han realizado diversos intentos para describirla. Es así como Platón planteó que la belleza “es una idea o forma en la que participan todas las realidades”, en tanto Nietzsche dijo que “la belleza es un ardid del instinto que deleita al hombre con imágenes seductoras”. Por su parte, Santo Tomás de Aquino, en la Summa Theológica, entiende la «Belleza» como “aquello que agrada a la vista”, en tanto que el filósofo Kant, en «La crítica del Juicio», afirma que “lo bello es lo que sin concepto se representa como objeto de un placer universal”.
Sin embargo, para Jacques Derrida, conocido como el filósofo de la deconstrucción, “La Belleza vaga, indefinida, sin determinación y sin destino, es la única que puede dar lugar a una predicación de Belleza pura”. Por su parte, Benedetto Croce, en su «Estética», define la Belleza como “la expresión lograda”, y sostiene que “el Arte, y su belleza, trasciende la lógica y sus conceptualizaciones”, en tanto Heidegger señaló que la Belleza resulta ser “una de las formas esenciales en que la verdad se pone en acción”.
Sin duda, la belleza concita la atención de muchísimos especialistas, debido a que la noción de belleza es una construcción histórica que varía según la cultura o la época. Se trata de un concepto abstracto, que suele vincularse con los preceptos de armonía, equilibrio y proporción, atributos que dependen de valores subjetivos y culturalmente determinados. La frase “la belleza no es una cualidad de las cosas mismas; existe solo en la mente que las contempla”, del filósofo David Hume, resume bien esta idea.
Para las masonas, la belleza está siempre presente, es la expresión exterior de la armonía y, también, del orden interior de la Gran Obra que entre todas estamos construyendo, adornada por todas las virtudes masónicas que la Obediencia nos invita a cultivar.
Por Corresponsal Logia Araucaria N°1, María Teresa Cortés.