Presentación segunda edición actualizada del Libro Mujeres con Mandil

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En el marco de la celebración de nuestro XXXV Aniversario, esta noche reviste una significación muy especial para la Gran Logia Femenina de Chile. Hoy, después de más de una década de arduo trabajo masónico, de una etapa de maduración y de un acelerado crecimiento de nuestra Institución, tengo el honor de presentar la segunda edición actualizada del libro

“Mujeres con Mandil”. Una historia femenina de la masonería en Chile 1959-2003”, revisada por las Queridas Hermanas Nancy Muñoz Miranda, Miriam Silva Mera y Virginia Ortiz Abarca, quienes además de ser fundadoras de la Institución participaron en la elaboración de la primera edición.

En el libro se plasman los hechos y acontecimientos que han permitido ser lo que hoy somos, la organización de mujeres más grande de nuestro país.

Mantener la tradición es la base de las organizaciones para observar el pasado, construir el presente y planificar el futuro; por esta razón, resulta relevante plasmar y mantener a buen recaudo la historia y las experiencias vividas de la Gran Logia Femenina de Chile. Todos estos procesos que se discuten intramuros, no se inician espontáneamente, sino que son respuestas al contexto social profano en el que está inserta nuestra Gran Logia, cuyo objetivo es formar mujeres de bien, libres, que impacten positivamente en la sociedad. En este punto me quiero referir a ciertos hitos históricos que van más allá de la Masonería, que siempre conviene tener presente, de mujeres y sus contextos, que contribuyeron a avanzar en la lucha por la igualdad de género.

La Revolución Francesa marcó el inicio de una nueva era en muchos aspectos, como el de los derechos políticos y ciudadanos de la mujer. Dos años después de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, texto fundacional de la Revolución, se publica en 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. En esos años, en Europa, ya existía la llamada “masonería de adopción” que acogía mujeres, pero siempre estaban bajo el alero de las logias masculinas.

Casi 100 años después, en 1869, Lucy Stone, la primera mujer americana en mantener su apellido de soltera tras el matrimonio, fundó, junto a otras defensoras del voto de la mujer La Asociación Americana para el Sufragio de las Mujeres. La década que comenzó a continuación vio nacer el mismo movimiento en el Reino Unido, nació el sufragismo como reivindicación a nivel global. En 1908: las huelgas de mujeres del sector textil, y sus muertes, dan lugar al Día Internacional de la mujer. Este sector fue el más combativo, desde 1857, cuando miles de mujeres salieron a la calle para protestar por sus condiciones laborales (sueldos bajos, jornadas de 12 horas y acoso sexual en el trabajo). La proclamación del 8 de marzo como el Día Internacional de los Derechos de las Mujeres. Con diferentes nomenclaturas (Día de la Mujer Trabajadora o Día Internacional de la mujer), ha quedado desde entonces marcado en el calendario de la mayoría de los países que integran la ONU.

En 1919, las cláusulas laborales del tratado de Versalles plantean que hombres y mujeres deben tener un salario igual, situación que, hasta el día de hoy, casi 100 años después de este tratado, no se ha solucionado. El primer país en que el sufragismo vio cumplidas sus reclamaciones fue Nueva Zelanda. Las mujeres de este país fueron las primeras que, en 1893, pudieron elegir a sus representantes públicos.

El primer país de habla hispana en reconocer el sufragio femenino fue Uruguay, en 1927. En 1934 en Chile se aprobó el voto femenino para las elecciones municipales, y recién en 1949 se concedió el derecho a voto a las mujeres para las elecciones presidenciales y parlamentarias.

La Segunda Guerra Mundial siempre se ha considerado un hito en la presencia de la mujer en el mundo laboral, aunque las causas fueran tan adversas. Aproximadamente 350.000 mujeres sirvieron en los diferentes ejércitos durante la guerra, pero la verdadera fuerza feminista fue la que se quedó en casa, ocupando los puestos de trabajos de los hombres que estaban en el frente.

Dentro de las luchas contra la desigualdad, tanto de género como de etnia, el nombre de Rosa Parks irá para siempre unido al de la reivindicación de los derechos civiles y, contra la segregación racial en Estados Unidos. El 1 de diciembre de 1955, fue arrestada por negarse a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús en Montgomery, Alabama.

Ya en el presente siglo, en 2017 las Marchas de Mujeres en todo el mundo se convierten en una declaración de intenciones y presentar oposición a políticas discriminatorias. La marcha central fue en Washington y en ciudades de todo el mundo, con un cálculo aproximado de 2,5 millones de mujeres saliendo a la calle para defender sus derechos.

Después de este breve recorrido por la historia de los avances conseguidos por las mujeres, debo hacer mención de la realidad que vive nuestro país. Aquí continuamos encerradas en la caverna del dogmatismo y del machismo, en el que demasiadas mujeres, especialmente, de la capas sociales, culturales y económicas más precarias, continúan siendo víctimas del abuso y discriminación por parte de grupos conservadores que aún ven a las mujeres sólo en sus roles de madre, esposa, o a cargo de los cuidados de la familia. Afortunadamente estamos avanzando y prueba de ello, lo constituyen leyes recientemente aprobadas respecto del aborto, de los derechos de la mujer, de lo hijos nacidos sin el vínculo matrimonial, el acuerdo de unión civil y otros cambios, que van llevando a las mujeres al plano de igualdad de trato y oportunidades como cualquier persona.

Estas últimas semanas han estado marcadas por las tomas feministas en las Universidades y educación secundaria, lo que ha llevado a un debate respecto de los resabios machistas como son el acoso y el abuso sexual. La antropóloga Carolina Franch, del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la U. de Chile, plantea que «la gente ha empezado a incorporar que la igualdad entre hombres y mujeres es la manera de construir una sociedad democrática».

Hermanas, hermanos, familia, amistades presentes, este espacioso preámbulo, estimé que no podía obviarlo y dejar de relacionarlo con el esfuerzo, perseverancia y sacrificios del trabajo masónico realizado por un grupo de mujeres masonas, que lograron que un 12 de mayo de 1983, se fundara la Gran Logia Femenina de Chile. Ese grupo de visionarias abrieron ese espacio reservado sólo para los varones y vedado para las mujeres de participar en la construcción del mundo ideal al cual aspiramos y a la perfección interior ajena a dogmatismos y prejuicios de distinta índole.

La masonería femenina representa un importante aporte a los valores éticos y humanistas enriquecido por su método docente, es un espacio donde la mujer laica de hoy, impulsada por nuevos paradigmas de acelerados cambios sociales, puede fortalecerse conservando su identidad femenina que le es propia.

Como masonería femenina debemos promover el acceso a una de las insignes herramientas de progreso, la educación en todas sus dimensiones. Se requiere educar para tener una sociedad más inclusiva, solidaria, respetuosa de la diversidad, fraterna y constructiva, abogamos porque la educación incluya una base valórica, laica, asentada en valores trascendentes, como la igualdad, libertad, fraternidad, y justicia que contribuyen a dignificar al ser humano. En consecuencia, nuestra misión es proyectar a la sociedad actual nuestros principios universales que sustentamos y que nos caracterizan.

Nuestro trigésimo quinto aniversario, nos encuentra consolidadas y unidas en logias a lo largo de nuestro país, logias extraterritoriales en Perú y Panamá y logias de países hermanos, que han nacido bajo el alero de GLFCH, como la Gran Logia Femenina de Argentina, de Bolivia y de Uruguay. La proyección de la masonería femenina en la sociedad se concibe como el resultado de la maduración institucional, de pertenencia y de desarrollo personal de mujeres que se han posicionado con un liderazgo valórico en diversos ámbitos de su accionar, familiar, profesional y público, reafirmando los principios laicos, y los valores de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

La segunda edición actualizada del libro “Mujeres con Mandil. Una historia femenina de la masonería en Chile 1959-2003”, brinda la oportunidad de mirar el pasado desde lo construido y agradecer lo cimentado. Es también la oportunidad para reconocer el legado que un cúmulo de mujeres soñadoras y comprometidas con la idea de crear en nuestro país, espacios para el desarrollo de la mujer con una perspectiva laica.

Tengo la certeza que esta obra, actualizada por un equipo de Hermanas y liderada por Malva Sánchez, significará un aporte para la historia de las mujeres en Chile y la Masonería chilena, así como, para abordar las constantes exigencias siempre cambiantes que demanda la construcción de una sociedad mejor, más democrática y justa, caracterizada por el respeto irrestricto a los derechos humanos.

Mujer masona tu deber es construir futuro desde la tradición iniciática.

Carmen Mardones Hauser
Gran Maestra
Gran Logia Femenina de Chile