Una y otra vez, la historia nos muestra la innegable interrelación que existe entre los grupos humanos y sus acciones, sin importar la época ni el lugar. Y, además, que los más altos ideales tarde o temprano se abren camino entre las sobras para iluminarnos (tal como se leía en nuestro primer Escudo Patrio “Post tenebras lux” o “después de las tinieblas, la luz”).
Un gran ejemplo de lo recién mencionado lo encontramos en la Ilustración, época en donde se fomentaron los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, y que posteriormente desencadenaron trascendentales levantamientos sociales como lo fue la Revolución Francesa en donde destaca, entre otros, la figura de Napoleón Bonaparte.
Ahora bien, fue justamente este reconocido personaje histórico quien, en su intento de avanzar con sus tropas a través de la Península Ibérica, invadió España y obligó a renunciar al rey, Fernando VII, para luego imponer como soberano a su hermano José Bonaparte, desatando una serie de eventos que impulsaron a los españoles a formar Juntas de Gobierno fieles a su exiliado rey.
Cuando estas noticias llegaron a nuestras tierras, la primera reacción de la población fue de total lealtad hacia el monarca destronado, tal como se observó el 18 de septiembre de 1810, en el Cabildo Abierto y en la Primera Junta de Gobierno, en donde fue nombrando Don Mateo de Toro y Zambrano como su presidente y representante de su majestad Fernando VII de España.
Sin embargo, en aquel entonces ya se distinguían en Chile dos tendencias: los realistas y los patriotas; y si bien primaba el deseo de conservar el dominio de la monarquía española, estos sucesos fortalecieron un movimiento que nos conduciría hacia nuestra emancipación.
En otras palabras, la Libertad, Igualdad y Fraternidad, que son los valores de la Ilustración, de la Revolución Francesa y los que, hasta hoy, sigue proclamando la Masonería, fueron los eslabones que sustentaron una cadena de hechos socio-políticos interrelacionados, que nos condujeron finalmente a la declaración de la Independencia de Chile un 12 de febrero de 1818.
Por Karin Espinoza, Logia Ayün N°4 de Santiago.