Chile forma parte del sistema internacional de países soberanos que contraen obligaciones con otros Estados en el marco de las relaciones multilaterales expresadas en los organismos internacionales.
Chile fue uno de los once países miembros de las Naciones Unidas que decidieron no adherir al Acuerdo Migratorio. En Marrakech, 164 países de los 193 países miembros de Naciones Unidas firmaron el Pacto Global para la Migración Segura, Ordenada y Regular, esto después de 18 meses de negociaciones que se celebraron en la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
¿Por qué el Gobierno de Chile no firma este Acuerdo? ¿Lo hace tal vez por prejuicios, temor o desconocimiento real de lo que significa el Pacto? ¿O tal vez porque políticamente se prioriza el apoyo político de los sectores más conservadores de nuestra sociedad, sin comprender que la globalización y la multiculturalidad es una realidad que ha llegado para quedarse?
El propósito central de este Acuerdo es fomentar la cooperación internacional sobre la migración, reconociendo que solo la unidad de todos los países puede dar una adecuada solución a este fenómeno. No cabe duda que las migraciones han ocurrido durante todas las épocas de construcción de la sociedad humana, más aún cuando vivimos un mundo cada vez más interconectado, las distancias son cada vez más cortas, las culturas se mezclan y se nutren de la diversidad.
Ningún país está en condiciones de encarar este fenómeno mundial en solitario, se requiere un marco jurídico internacional que se haga cargo de manera integral de esta nueva forma de convivencia. Este Marco Regulatorio es un recurso para encontrar el equilibrio entre los derechos de las personas y la soberanía de los Estados
Es necesario destacar que este Pacto representa un marco de cooperación no vinculante jurídicamente, es decir no obliga a los países a cambiar su legislación interna imperante, por lo tanto, cada uno de estos países puede mantener su legislación vigente y soberana sobre esta materia.
Durante los últimos diez años Chile ha recibido personas de distintos y diferentes países del mundo, siendo la más significativa por su número, la migración latinoamericana, situación que ha golpeado de manera inesperada a nuestro país, generando distintas visiones en nuestra sociedad, ya que para algunos la llegada de emigrantes ha sido sinónimo de cesantía para los chilenos y de introducción de culturas que irán cambiando nuestros estilos de vida. Para otros en cambio, es vivificar las raíces mismas de nuestra cultura, obligando a la tolerancia, al multiculturalismo, y la aceptación de la diversidad como aporte a nuestro crecimiento y al conocimiento en profundidad de nuestros orígenes.
Lo que no cabe duda es que la migración es un derecho, y por lo tanto inalienable a todos ser humano, el cual debe ser respetado, protegido y cuidado por los Estados y sus autoridades. Es decir, debemos velar por la protección de los derechos humanos de los migrantes tal como lo hacemos con todos nuestros derechos.
Nuestras prácticas y doctrinas masónicas nos enseñan que la igualdad, libertad y fraternidad, pertenecen a todo ser humano, independiente de su origen racial, género, creencias o ideologías. Aspiramos a un mundo donde la fraternidad universal sea el crisol que forje mejores personas con pensamiento libre en una sociedad de oportunidades con justicia y equidad para todas y todos. Esperamos por tanto que nuestro país no se reste de acuerdos internacionales que precisamente pretenden generar relaciones más justas entre los habitantes del planeta.