Francisca Crovetto y la conquista del oro olímpico

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El 4 de agosto de 2024, en los Juegos Olímpicos de París, la atleta chilena Francisca Crovetto hizo historia al obtener la primera medalla de oro olímpica ganada por una mujer chilena. En la disciplina de tiro skeet, Francisca Crovetto demostró no solo una puntería implacable, sino también una templanza, perseverancia y determinación admirables, cualidades que la han convertido en una referente para el deporte nacional y para el avance de las mujeres en ámbitos tradicionalmente masculinizados.

Este logro representa un antes y un después para el deporte femenino en Chile. Hasta esa fecha, ninguna mujer chilena había alcanzado el oro olímpico, a pesar del enorme talento y esfuerzo desplegado en múltiples disciplinas. En 2021, el Comité Olímpico Internacional reconoció que menos del 30% de las medallas olímpicas históricas habían sido obtenidas por mujeres. En Chile, esa desigualdad es aún más marcada, tanto en cobertura mediática como en acceso a recursos, entrenamientos y apoyo institucional.

Francisca Crovetto rompió esa barrera simbólica. Su victoria no es solo una medalla: es una declaración. En cada disparo, en cada paso hacia el podio, elevó la voz de miles de niñas, adolescentes y mujeres que sueñan con participar en igualdad de condiciones, que exigen ser reconocidas y acompañadas en sus procesos formativos, y que se atreven a desafiar los límites que el patriarcado, una estructura social que ha privilegiado históricamente a los hombres en el acceso al poder, los recursos y el reconocimiento, limitando a las mujeres a roles secundarios o de menor valoración, aún impone en tantas áreas.

Una manifestación concreta de este orden patriarcal en el deporte chileno es la histórica falta de financiamiento para las ramas femeninas, la escasa visibilidad mediática de sus logros y la reproducción de estereotipos que minimizan el valor de las deportistas. Mientras los equipos masculinos cuentan con auspiciadores, cobertura en horarios estelares y apoyo institucional sostenido, muchas mujeres deben costear sus propios implementos, entrenar en condiciones precarias o incluso abandonar sus carreras por falta de apoyo. A pesar de ello, siguen obteniendo resultados extraordinarios, como el de Francisca, que desafían esa desigualdad con hechos.

Desde la Masonería Femenina, celebramos este hito como un acto de luz, trabajo y valentía. Francisca Crovetto representa el esfuerzo personal que se transforma en logro colectivo; su figura nos inspira a continuar la labor iniciática del perfeccionamiento, no solo interior, sino también estructural, para que todas las mujeres puedan desarrollarse plenamente, sin restricciones impuestas por el género.

Su disparo certero no solo rompió un plato: rompió techos de cristal, desafió siglos de exclusión y abrió un sendero de oro para quienes vienen detrás. Como mujeres masonas, sabemos que cada conquista femenina es una piedra colocada en la edificación de un mundo más justo, donde nuestros principios rectores se hacen vida: Libertad, como el derecho a elegir y desarrollar plenamente nuestras vocaciones; Igualdad, como acceso equitativo a oportunidades sin discriminación; y Fraternidad, que en nosotras se expresa como sororidad activa, contención mutua y compromiso con el bien común.

Por María Pilar García Vassallo, Departamento de Género GLFCH.