Cada 18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2000. Este día recuerda la adopción de la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, y busca sensibilizar sobre los desafíos que enfrentan millones de personas que dejan atrás su hogar en busca de oportunidades, seguridad o estabilidad.
La migración es una constante en la historia de la humanidad. En ella se reflejan tanto la riqueza de los intercambios culturales como las dificultades que enfrentan quienes migran, como la discriminación, la precariedad laboral y la separación familiar. Este día nos invita a reflexionar sobre la importancia de garantizar el respeto de los derechos humanos de las y los migrantes y fomentar sociedades que acojan la diversidad como un valor fundamental.
En Chile, la migración ha sido un fenómeno relevante, especialmente en las últimas décadas. Un total de 1.625.074 personas migrantes (826.071 hombres y 799.003 mujeres) residen en Chile, representando cerca del 8% de la población total, de acuerdo con estimaciones al 31 de diciembre de 2022 elaboradas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Servicio Nacional de Migraciones (Sermig), en colaboración con la Policía de Investigaciones (PDI), el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrel) y el Servicio de Registro Civil e Identificación (SRCeI). Gran parte de esta migración proviene de países como Venezuela, Haití, Perú y Colombia. Estas personas, que en su mayoría tienen entre 25 y 39 años y viven en la Región Metropolitana, contribuyen significativamente al desarrollo económico, social y cultural del país, pero también enfrentan desafíos como el acceso limitado a derechos básicos y condiciones laborales desiguales.
La migración en Chile también tiene un rostro femenino que merece especial atención. Las mujeres representan un gran porcentaje de las personas migrantes en el país y, aunque muchas encuentran en la migración una vía para empoderarse económicamente y mejorar la calidad de vida de sus familias, enfrentan desafíos únicos. Además, estas mujeres deben lidiar con una doble carga de discriminación, basada tanto en su género como en su condición de migrantes, lo que las coloca en situaciones de vulnerabilidad frente a abusos laborales, violencia de género y dificultades para acceder a servicios básicos.
A pesar de tener más años de educación, según reveló un estudio reciente del Laboratorio de Encuestas y Análisis Social (LEAS) de la Universidad Adolfo Ibáñez, las mujeres migrantes en Chile ganan menos y trabajan más horas. Los resultados de la última encuesta Casen (2022), muestran que su calidad de vida es precaria. A menudo, se insertan en sectores laboralmente precarizados, como el trabajo doméstico y de cuidados, donde persisten condiciones de explotación, bajos salarios y falta de protección social. Por ejemplo, un 37,4% de mujeres extranjeras indicó haber sentido hambre y no poder comer por falta de dinero, evidenciando importantes brechas de género.
Desde la visión masónica, el Día del Migrante nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir un naciones más inclusivas y respetuosas de la diversidad, valores que resuenan profundamente con los principios de libertad, igualdad y fraternidad. La masonería enseña que la humanidad es una sola familia, sin distinción de raza, credo, cultura o nacionalidad. Así como en las Logias encontramos espacios de igualdad al unir mujeres de distintos orígenes y creencias bajo un ideal común, donde prima el respeto mutuo, la sociedad debería aspirar a construir un mundo donde cada persona, independientemente de su origen, sea acogida con dignidad y justicia.
En este es un día que nos interpela a actuar, no solo desde la reflexión, sino también desde el compromiso práctico con nuestros valores. Nos llama a tender la mano a todos quienes llegan a nuestras comunidades, y especialmente a las mujeres. Nos llama a construir puentes de comprensión y a promover un entorno donde las diferencias culturales sean celebradas como una fuente de riqueza y no como una barrera. En este sentido, la Masonería Femenina encuentra en la perspectiva de género un imperativo ético: promover la justicia y el respeto hacia las mujeres migrantes, reconociendo su invaluable contribución a nuestra sociedad y asegurando que sus derechos sean plenamente asegurados.
Chile, un país que históricamente ha recibido a migrantes desde distintas partes del mundo, enfrenta hoy el desafío de garantizar la integración y la protección de quienes llegan en busca de una vida mejor. En este Día Internacional del Migrante, reafirmemos nuestro compromiso y recordemos que la verdadera fraternidad trasciende fronteras, y que, como constructoras simbólicas de un mundo mejor, estamos llamadas a trabajar por una sociedad más fraterna. Reconozcamos la riqueza que trae consigo la diversidad y recordemos que cada gesto de apoyo y comprensión hacia quienes migran es un paso hacia el ideal de humanidad que anhelamos. Como masonas, sabemos que un mundo mejor solo se construye desde la acción, y hoy más que nunca, se nos llama a trabajar en favor del bien común.
Por Isabella Fioravante, Logia Mediodía N°49 de Santiago.