Cada 30 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, una fecha que busca visibilizar las condiciones laborales, sociales y culturales de millones de mujeres que realizan trabajo doméstico y de cuidados en todo el mundo. Esta efeméride surgió en el año 1988, por iniciativa de la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar (FITH), en el marco del Primer Congreso de Trabajadoras del Hogar en Bogotá, Colombia. Su objetivo ha sido promover la organización sindical, el reconocimiento de los derechos laborales y la dignificación de una labor históricamente feminizada, precarizada e invisibilizada.
En el mundo, más de 75 millones de personas se dedican al trabajo doméstico remunerado, de los cuales más del 80% son mujeres, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En América Latina, esta cifra alcanza los 18 millones, y en Chile, se estima que más de 300.000 mujeres desempeñan este tipo de trabajo, representando cerca del 12% del empleo femenino. A pesar de su importancia social y económica, muchas de ellas aún enfrentan condiciones de informalidad, bajos salarios, discriminación, acoso y escaso acceso a la seguridad social.
Uno de los hitos más relevantes en la conquista de derechos para este sector fue la adopción del Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos en 2011. Este instrumento jurídico reconoce derechos fundamentales como el descanso semanal, la jornada limitada, el acceso a la seguridad social y la protección frente al abuso. Chile ratificó este convenio en 2015, lo cual representó un avance importante, aunque todavía quedan desafíos por resolver en su implementación real y efectiva.
Desde la Masonería Femenina, este día nos convoca a mirar con compromiso ético y transformador las raíces de la desigualdad. Reafirmamos nuestra lucha por una sociedad más justa, donde el trabajo de todas las mujeres sea valorado en su real dimensión, sin distinción de clase ni origen. Nos unimos al llamado a dignificar el trabajo doméstico, reconociendo en él no solo una labor fundamental, sino también un campo de emancipación y organización colectiva de las mujeres.
Por María Pilar García Vassallo, Corresponsal Logia Armonía N°14 de Viña del Mar y Departamento de Género GLFCH.