El 19 de diciembre es una de esas fechas que no nos gustaría conmemorar, pero que se hace necesario recordar para intentar poner freno a una pandemia que no aparece en los diccionarios médicos: el femicidio.
Hace 13 años, la pequeña Javiera fue lanzada de un séptimo piso por su propio padre, Alfredo Cabrera, quien de paso dejó herida a la madre de la niña, Claudia Neira. Con tan solo seis años, Javiera se convirtió en víctima de un crimen de odio por parte de quien debía cuidarla y protegerla.
Desde enero de 2005, los días 19 de cada mes, distintas agrupaciones se movilizan para protestar contra las distintas formas de violencia ejercidas en contra de las mujeres por el simple hecho de haber nacido de ese género.
Tras años de marchar sin autorización y sin mayores recursos que la organización y las ganas de informar a otras mujeres sobre sus derechos, el 19 de diciembre quedó marcado en la agenda nacional como el Día Contra el Femicidio, recordando a una niña asesinada por su padre y a una mujer que sobrevivió para ser la voz firme tanto de ella como de su hija y de tantas otras que fueron calladas.
El 19 de diciembre también evoca interrogantes que jamás serán resueltas: ¿Qué sueños tendría Javiera? ¿Qué querría para Navidad? ¿Cuáles serían sus anhelos para el próximo año? Preguntas así son arrastradas por madres, hijos e hijas, amigos y familiares de las tantas mujeres que cada año mueren a manos de quienes dijeron amarlas y terminaron acabando con sus vidas.
El año pasado, la Coordinadora #ConJavieraEnLaMemoria logró instaurar el 19 de diciembre como el día en que se concientiza sobre la violencia contra las mujeres y el Femicidio, pero es necesario comenzar el trabajo en los hogares para que no existan más Javieras que vean interrumpida su existencia por causa del odio.