Debido a su indiscutible relevancia para todo el planeta, en 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el 11 de diciembre como el “Día internacional de las Montañas”.
Las montañas son consideradas ecosistemas frágiles por estar en un continuo proceso de cambio, el cual, hasta hace muy poco, obedecía a eventos naturales. No obstante, actualmente posee una gran influencia antropogénica que acelera sus transformaciones y su erosión o deterioro.
Montañas y Aguas: se calcula que entre el 60 y 80% del agua dulce del mundo proviene de las montañas, por lo tanto, son altamente significativas para todo ser vivo del planeta. Además, influyen sobre las precipitaciones, permiten generar energía hidroeléctrica, etc. lo que se traduce en una gran necesidad de adoptar medidas que velen por un ordenamiento apropiado de las zonas altas, procurando un armónico y sistémico desarrollo socioeconómico.
Montañas y Biodiversidad: el clima de las montañas (diferenciado según la altitud y ubicación) es crucial para la sobrevivencia de diferentes formas de vida, y permite una gran riqueza de flora y de fauna. En conclusión, las montañas son núcleos indispensables para la biodiversidad y, por ello, muchas de estas áreas han sido declaradas Parques Nacionales o Reservas de la Biosfera.
Montañas y Cambio Climático: las montañas contribuyen a mitigar los efectos del Cambio Climático pues disminuyen las temperaturas locales, aumentan la retención del agua, proporcionan una reserva vital de carbono y disminuyen la erosión o deslizamientos de tierras. Lamentablemente, existe un efecto a la inversa que es de carácter negativo, pues el Cambio Climático está irrefutablemente alterando todas estas funciones, con todas las graves consecuencias que ello implica.
Desarrollo Sostenible en el Medio Montañoso: a pesar de que ya en 1930 un estudio científico europeo demostró la trascendencia de estos ecosistemas, aún siguen sufriendo una degradación severa y progresiva como efecto de la acción humana y del mundo moderno. En contraposición, tenemos el ejemplo de las comunidades originarias, que han vivido por siglos en equilibrio con el entorno, por lo que es nuestra labor incorporar sus estrategias de manejo de la tierra y de los alimentos, para que sean eficaz y eficientemente sostenibles.
¿Cómo contribuir? aún hay tiempo de detener muchos daños, pues contamos con las capacidades técnicas, los conocimientos científicos, las experiencias de culturas ancestrales, una sensibilización ambiental que va cada día en aumento, junto con acuerdos locales y globales. Sin embargo, todo lo que se haga a nivel macro no llegará a buen puerto si cada persona no toma conciencia y comienza a cambiar sus propios hábitos. Y en este contexto, juega un rol primordial el poner en práctica los Principios y Valores más nobles, fraternos, filantrópicos, caritativos para velar siempre por el bien de la sociedad, de todos los seres vivos y de todo el sistema planetario.
Por Karin Espinoza Godoy, Departamento de Medioambiente y Sustentabilidad GLFCH.