«Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América para honrarla en uno de los muchos trabajadores de su cultura».
– Gabriela Mistral
Gabriela Mistral, es una de las mujeres más emblemáticas de la literatura latinoamericana, ha sido un ícono de la poesía y una voz potente en la defensa de los derechos de la mujer. Su obra literaria, como su vida, es un reflejo profundo de sus convicciones, donde la sensibilidad poética se entrelaza con un firme compromiso social y político. Es por su trabajo poético, que recibe el Premio Nobel de Literatura en 1945, cumpliéndose 79 años desde esta premiación.
Lucila Godoy Alcayaga, conocida mundialmente como Gabriela Mistral, fue una poetisa, diplomática, profesora y pedagoga chilena. Nació el 7 de abril de 1889 en Vicuña, Chile, falleciendo en Hempstead (Nueva York, EE. UU.) el 10 de enero de 1957, a los 67 años. Desde joven, mostró un talento excepcional para la poesía, su vida estuvo marcada por tragedias personales que influyeron profundamente en su escritura. Las pérdidas y su devoción hacia su familia y estudiantes son temáticas recurrentes en sus obras. Sin embargo, fue su compromiso con la educación y el bienestar de las mujeres lo que la llevó a convertirse en una figura destacada a nivel mundial.
Fue el 10 de diciembre de 1945 que la Academia le otorgó el Premio Nobel de Literatura, entregado por el Rey Gustavo V de Suecia. Nunca el galardón había sido otorgado a una persona latinoamericana y solo cuatro mujeres lo habían conseguido antes, en la historia. Ese año, Gabriela Mistral fue la única mujer galardonada, recibió la noticia que había ganado el Nobel en Petrópolis (Brasil) donde era Cónsul desde 1941. Más tarde, escribiría acerca de esta experiencia: “Caí de rodillas frente al crucifijo que siempre me acompaña y bañada en lágrimas oré: ¡Jesucristo, haz merecedora de tan alto lauro a esta tu humilde hija!».
El secretario de la Academia, Hjalmar Gullberg, en su discurso de entrega del premio, destacó en Gabriela Mistral la proyección de su amor maternal hacia los niños a los que instruyó, obras reunidas bajo el título de Ternura (1924). Además, hizo una mención especial a Desolación (1922) y Tala (1938). Expresó en su discurso: “Henos aquí de nuevo en el huerto de la infancia, de nuevo los íntimos diálogos con la naturaleza y las cosas” (…) “Para rendir homenaje a la rica literatura iberoamericana es que hoy nos dirigimos muy especialmente a su reina, la poetisa de Desolación, que se ha convertido en la grande cantadora de la misericordia y la maternidad».
A pesar que Mistral vivió en una época en la que las voces femeninas eran a menudo silenciadas, logró abrir caminos para futuras generaciones de mujeres escritoras y feministas. Su reconocimiento como la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945 es un testimonio de su legado. A través de su trabajo, Mistral estableció una conexión entre la poesía y el activismo, inspirando a muchas a cuestionar las normas de género y buscar cambios en la sociedad. Su legado, que aboga por la libertad y la igualdad, sigue vivo en las voces de las nuevas generaciones, recordándonos que la pluma y la palabra pueden ser tan poderosas como la espada en la búsqueda de un mundo más justo.
Al recibir el Premio Nobel, pronunció estas palabras, que en la actualidad siguen resonando: “Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias”.
Por Marcela Tobar, Departamento de Género GLFCH.