Día Mundial de los Animales

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DEPARTAMENTO DE MEDIO AMBIENTE Y SUSTENTABILIDAD
Desde nuestra Enseñanza Básica hemos oído hablar de la existencia del Reino Animal, al que se le llama también Animalia (por animales) o Metazoa (por metazoos). En cuanto a su origen, algunos determinan su aparición hace 540 millones de años atrás, otros tienen evidencia de fósiles que datan de entre 760 a 550 millones de años, y otros análisis estiman su aparición hace unos 850 millones de años. No obstante, faltan evidencias concretas que apoyen en su totalidad alguna de estas hipótesis.

Las características esenciales de este Reino son: la movilidad, nutrición, metabolismo, desarrollo, reproducción, muerte, simetría, presencia de colágeno, etc. Y, en referencia a su clasificación, algunos investigadores distinguen cerca de 40 grandes subgrupos que conformarían alrededor de 2 millones de especies con una enorme variedad ecológica, morfológica y conductual. Ahora bien, una manera reducida de subdividirlos es la que los distingue en marinos, acuíferos, anfibios, voladores y terrestres; o simplemente entre invertebrados y vertebrados. 

En este contexto y usando los criterios actuales de categorización, es importante destacar que el ser humano sería del Dominio de los Eucariotas (desde LUCA), del Reino Animal, del Filo o Grupo de los Cordados, del Subfilo de los Vertebrados, de la Superclase Tetrápodos (terrestre), de la Clase de los Mamíferos, Subclase de Placentarios, del Orden de los Primates, de la Familia de los Homínidos, del Género Homo y de la Especie Sapiens. Siendo el chimpancé el animal que más se nos asemeja compartiendo entre el 96 y 98% del ADN (descendemos de antepasados primates, pero no ‘venimos’ de ninguna especie de mono actualmente viva).

La ciencia que estudia el vínculo humano-animal es la Antro-zoología y se dedica a investigar los beneficios que aporta esta interacción, a prevenir y evitar el abandono y el maltrato, y a la prevención de enfermedades mutuamente contagiosas. Por lo tanto, es una rama interdisciplinaria en la que participan, médicos, veterinarios, etólogos, etc. Quienes han mostrado que la relación entre el humano y los otros animales se evidencia desde sus orígenes, no sólo como fuente de alimento (carnes rojas y blancas) o recursos para construir viviendas o vestuario (uso de cueros y pieles) o para el trabajo (huesos para herramientas, animales de tracción, etc.), sino también en actividades cooperativas como son la búsqueda y rescate, o en intervenciones terapéuticas (con delfines, caballos, perros, entre otros), o como una compañía (perros, gatos, aves, roedores, peces o reptiles). 

Referente a las mascotas, se ha observado que su presencia mejora la salud física, mental y psicosocial de las personas: reduce la presión arterial, el stress, los miedos, los síntomas de depresión y los niveles de agresividad; a la vez que mejora el humor, los estados de ánimo positivos, la empatía, etc. De hecho, la ciencia indica que los animales son catalizadores sociales al ayudar al humano a establecer uniones con otras personas; y, además, favorece un desarrollo infantil saludable.

Por otra parte, algunos estudios han señalado una conexión estrecha entre los barrios con más densidad de animales de compañía e índices de criminalidad más bajos; y en el polo opuesto, se ha visto que los actos de crueldad contra animales pueden ser un signo de trastorno asocial o, a lo menos, problemas graves de autoestima.

A lo que podemos agregar que, investigaciones relativamente recientes, han puesto en relieve que muchos animales domésticos son percibidos como un miembro más de la familia, lo que parece ser un fenómeno universal que algunos han llamado “familias multi-especies”. Es decir, se han creado lazos que abarcan diferentes niveles emocionales, detectándose incluso que la “hormona del amor” es secretada por humanos en contacto con animales y también en animales dentro de su especie o con otras. En otras palabras, estos sentimientos, independientemente de su categoría, definición o grado, serían recíprocos.

Pero como ya sabemos, la unión humano-animal no se limita a los que son de compañía, sino que abarca una gran variedad de fauna, y las creencias que tengamos sobre ellos van a determinar el modo en que los tratemos. De esta manera:

  • para algunos, ciertos animales son reencarnaciones de sus familiares, 
  • para otras personas existirían algunas especies que son sagradas (vaca en la India), 
  • hay quienes creen que los animales fueron creados para el uso y beneficio de las personas, 
  • otros los ven como ofrendas y los sacrifican en rituales, 
  • en muchas culturas orientales y originarias eran consideradas divinidades (zoolatría) 
  • o simbolizaban ciertas virtudes que, a través de bailes, cantos o pinturas en sus cuerpos, intentaban incorporar en sus personalidades. 

Más ejemplos los encontramos en la religión judía que los reconoce con un espíritu, aunque no con un alma; o en la católica que destaca a San Francisco de Asís como uno de sus principales protectores y cuyo santoral es justamente el 4 de octubre, fecha designada para el Día Internacional de los Animales en 1929, por iniciativa de la Organización Mundial de Protección Animal, en Viena.

Lo expuesto anteriormente muestra la enorme e indiscutible influencia que tienen los Paradigmas de cada una de las culturas de acuerdo a cómo se relacionan con los animales. Y, en este sentido, en el mundo occidental ha predominado un Antropocentrismo exacerbado, que ha estado por siglos a la base de los abusos y maltratos hacia los animales, cosificándolos y explotándolos de muchas formas y en muchas áreas. 

Ante lo cual, en nuestra calidad de Sapiens, como humanos con libre pensamiento y con un desarrollo moral que ha ido evolucionando considerable y notoriamente tanto a nivel personal como social, es el momento de preguntarnos:

  • ¿Qué derechos tienen los animales no humanos?
  • ¿Qué derechos y responsabilidades tienen los humanos hacia los otros animales? 
  • ¿Tenemos autoridad o “permiso” para causarles dolor?
  • ¿Por qué nos creemos con el derecho de: 
  • estimularlos con instrumentos que les causan tormento, 
  • hacerlos trabajar muchas horas sin descanso o cuando no están en buen estado físico, 
  • usarlos para llevar vehículos o cargas muy pesadas,
  • drogarlos sin fines terapéuticos,  
  • no alimentarlos bien o abandonarlos, 
  • provocarles múltiples partos con fines comerciales, 
  • hacerlos pelear o atacar a otros animales por fines lúdicos o comerciales, 
  • encerrarlos injustificadamente o con fines netamente productivos, 
  • mantenerlos en áreas insalubres o transportarlos de forma cruel,
  • matarlos indiscriminadamente para comercializar, por ejemplo, su piel o colmillos,
  • despojarlos de sus plumas estando vivos o comer partes de su cuerpo estando aún vivos,
  • provocarles una muerte lenta y dolorosa, etc.

En consecuencia, el aumento de la conciencia, de la moral y de la sensibilidad humana, junto con la evidencia científica, ha ido transformando el trato hacia ellos, y actualmente cada vez se reconoce más, por ejemplo:

  • su carácter de seres sintientes: los animales sienten,
  • sus capacidades de aprendizaje,
  • sus capacidades de comunicación y otras habilidades cognitivas, 
  • su organización socio-grupal (muchas veces ejemplar).

Todo lo precedente ha provocado que hayan surgido cada vez más Agrupaciones y ONG´s de Protección Animal, a lo que debemos sumar la creciente tendencia social a:

  • oponerse a circos con animales o a deportes en donde se abuse de ellos, 
  • no consumir productos o cosméticos en cuya elaboración haya maltrato animal evitable, 
  • proteger sus ambientes naturales,
  • controlar el estado de los animales en cautiverio (incluidos los zoológicos y reservas),
  • prevenir y evitar el contrabando de especies exóticas,
  • no comprar suvenires con restos de animales, 
  • si se come carne, asegurarse de que el animal tuvo una vida digna/libre y una muerte rápida e indolora, 
  • promover, apoyar, decretar y cumplir las Leyes de Tenencia Responsable, etc.

Otro ejemplo de este cambio de Paradigma en el nexo humano-animal es la Declaración Universal de los Derechos del Animal, que fue presentada en Londres en septiembre de 1978; y que se proclamó oficialmente el 15 de octubre de 1978 por la Liga Internacional de los Derechos del Animal, las Ligas Nacionales afiliadas y particulares en París, ante la presencia de representantes de 14 países. No obstante, a pesar de que no fue aprobada por la UNESCO y no tiene valor jurídico, en la práctica ha servido de base para muchísimos textos legales en una gran cantidad de sociedades desarrolladas que disponen de mecanismos que los protegen, ya sea sancionando a quienes les infligen daño o, lo más fundamental, evitando que lo hagan. 

Sin embargo, la mejor opción de conseguir lo recién expuesto es a través de la educación idealmente desde la infancia, orientada al respeto hacia las otras especies y a comprender la responsabilidad que nos compete por su bienestar. Nadie exige que se les ame, simplemente se pide que se les respete.  

Y, sumado a ello, una educación dirigida a comprender la estrecha interdependencia a nivel planetario que tenemos con todos ellos, porque la Tierra es un sistema, así que no solamente habría que cuestionar el trato hacia los animales, sino también el daño que, por causas antropogénicas, está afectando negativamente sus hábitats  provocando que miles de especies se hayan extinguido en las últimas décadas: y, las que aún viven, estén sufriendo por la contaminación de los océanos, la deforestación, la crisis del Cambio Climático, etc. sin tener donde huir para alimentarse o protegerse (no existen los migrantes/refugiados ambientales animales). ¿Qué ocurrirá o ya está ocurriendo con ellos?

Interrogantes como estas son parte de la llamada Ética Animal, en donde, a pesar de las discrepancias, todas las teorías aceptadas mayoritariamente apoyan una defensa de la consideración moral de los animales no humanos, teniendo en cuenta los intereses de todos los seres sintientes. 

Empero, tal vez no debería llamarse Ética Animal, sino que simplemente Ética, ya que nos hemos acostumbrado a poner “apellidos” y a etiquetar (cosa que no siempre es positiva). Y así tenemos a las llamadas feministas, a los ecologistas o a los animalistas, quienes, más que “istas”, son un ejemplo de “humanidad”, un ejemplo de personas que, tras buscar bases científicas y apoyarse en altos ideales morales en pro de la sociedad, han optado por defender causas justas y nobles, sustentadas en principios tales como la empatía, compasión, respeto, caridad, fraternidad, solidaridad, igualdad y/o equidad e igualdad.

Luego, la invitación es a que en pleno siglo 21, todos estos valores que nos caracterizan como mujeres iniciadas en la Masonería, abarquen a todo el sistema planetario en el que cohabitamos y nos influimos mutuamente con el Reino Animal y, en realidad, con todos los otros los seres vivos de la Naturaleza. 

Por Karin Espinoza Godoy, Psicóloga, Máster en Educación Ambiental, Logia Ayün N°4 de Santiago.